Vistas de página en total

google analytics

martes, 26 de septiembre de 2017

Lo primero es lo primero





Nos acercamos al día uno de octubre. Una jornada soñada por muchos catalanes de todas las edades que ven en un Referéndum de autodeterminación la vía de escape de un estado fallido (el español) que ha sido manejado desde tiempos inmemoriales por un pequeño sector , una oligarquía, casta o llámese como se quiera, dueña de todo y acostumbrada al poder de las armas y la fuerza bruta. No soy historiador ni antropólogo y ciertamente mis argumentos son básicos pero precisamente por ello son fuertes: un estado artificial (bien mirado, como todos) que ha inoculado durante siglos el miedo y odio a partes iguales, que ha mantenido un régimen feudal cada vez más sofisticado en el que el vasallaje está asumido por políticos de toda ideología, iglesia, fuerzas armadas y policiales, universidades, tribunales y la población de a pie, capaz de aceptar (en una grandísima mayoría) que esta semana el estado español mande a más de diez mil policías armados a mi nación, despidiéndoles con vítores, cantándoles por la calle consignas guerreras, aplaudiendo y animando a que vengan a reprimir con toda la violencia a mi gente, a tres millones de catalanes que pedimos votar y que aún no hemos realizado ni el más mínimo acto de violencia. Un estado que miente, que tiene a su servicio a toda la prensa, los jueces y tribunales, que adoctrina en la mentira histórica, que sólo mira por conservar los privilegios de una élite corrupta y sanguinaria (sí, sanguinaria, por que fueron los responsables de los miles de muertos en la guerra, en la posguerra y en todos los anteriores conflictos y que a día de hoy si pudieran aplaudirían de nuevo las metralletas y los fusilamientos). Un estado tan, como decirlo… un estado tan “de mierda” debe caer algún día por su propio peso. Tal vez nuestra actual “revuelta catalana” (una más en nuestra historia) sea la espoleta que pueda hundir por fin al estado más mafioso y corrupto de Europa. Y lo más gracioso de todo es que la inmensa mayoría de españoles están estos días aplaudiendo las partidas de los antidisturbios hacia mi casa y creyendo ciegamente en la manipulación obsesiva con que todos los medios españoles bombardean sin importar línea ideológica editorial, por que a fin de cuentas lo de las ideologías en España es otra más de las falsedades en que vivimos. Un sistema en que hace falta que haya brega entre partidos, televisiones y periódicos para tener a todos los españolitos ensimismados en sus debates inocuos y regirados. Debates que no llevan a ninguna parte y que se repiten exiguamente desde los tiempos de la República, dando círculos concéntricos en el patio del cortijo del señorito de turno, de sus hijos y nietos que a regañadientes van dando algún pequeño paso a la izquierda para poder conservar y controlar todos sus bienes sin que la masa se de cuenta que vive esclavizada y engañada, como sus padres y abuelos.

Y llegados a este punto llega el pueblo catalán (o al menos una mayoría) y se rebela. Decimos basta. Y la bandera estelada ha sido el arma que esta vez hemos tomado, como lo fue la bandera anarquista en los convulsos años veinte y treinta. Y España reacciona del mismo modo: la violencia; aplastar todo aquello que pueda poner en peligro a los amos de todo. Y digo que la bandera estelada de Catalunya ha sido nuestra arma esta vez. Y lo digo con la conciencia de que más de la mitad de independentistas –aún sintiéndonos siempre catalanes y digamos muy poco españoles- no estaríamos abrazando hoy esta causa sino fuera por la injusticia en que vivimos… pero no sólo los catalanes!! El resto de españoles!!! Por ello esta revuelta popular pacífica no sólo es catalana sino que es y debería ser española. Por desgracia, sólo unos pocos miles de españoles han salido a protestar ante los atropellos fascistas de estas últimas semanas en Catalunya y ello me hace entrar de lleno en mi tema, el educativo. Porque supongo que os preguntaréis como en un blog de un pedagogo que habla de educación social hoy pongo sobre la mesa un estallido de libertad como el que mi pueblo está viviendo.
Tal vez más de un lector haya interrumpido en las primeras líneas la lectura aburrido por el tema o mosqueado por el tono catalanista. Y es que este catalufo de mierda que escribe es además de persona con sentimientos y emociones igual que el resto de mis hermanos españoles (ojo, hermanos) alguien que adora la libertad de expresión, que cree en las personas, en los movimientos y la ilusión colectiva y muy especialmente en la educación. Por ello soy educador social y pedagogo. Porque amo el progreso de las personas y los pueblos. Y muy a menudo el progreso requiere salir de nuestras ideas impuestas, mirar por encima de las nubes y comprender que hay diversidad de puntos de vista y que las sociedades son diversas pero que  las une mucho más de lo que las separa. Y pensando en ello lo que nos une ahora mismo a una gran mayoría de catalanes es un ansia de libertad y dignidad colectiva sin precedentes en las últimas décadas y que tiene mucho más que ver con un descubrimiento colectivo sobre la mierda de estado que nos sojuzga que con la revisión histórica de la nación catalana. Porque ciertamente todos nuestros padres y abuelos han sufrido en sus carnes la represión y el odio franquista, la prohibición de nuestra lengua y cultura, la negación de nuestra historia como nación milenaria pero a día de hoy no es eso lo que nos importa. Yo mismo que nunca fui de banderitas no voy a ir a las urnas el próximo domingo invocando la historia de mi pueblo sino que voy a ir gritando por mi libertad, por la construcción de un estado más justo y moderno, por huir de un estado férreo con el que nunca se pudo dialogar por que su único argumento fue y es la violencia. Y como yo, muchos miles de catalanes vamos a ir temprano a los colegios electorales aunque miles de policías armados españoles con el virus del odio nos estén aguardando porra en mano y mostrando sus metralletas. Nos da igual. Y si van a rompernos las cabezas de nuevo pues vamos a aguantar pacíficamente, por que si de algo me siento orgulloso hoy es precisamente de nuestro postulado pacífico y no violento. Y retomando el eje educativo, vamos a mostrar a nuestros niños y jóvenes que la actitud cívica, la tranquilidad y la no violencia ante las provocaciones con que nos encontraremos van a ser la tónica general.

Nuestra lucha no es otra que la libertad, esa con la que queremos educar y vivir. Como educador deseo que mi trabajo provoque cambios, rompa estereotipos y venza obstáculos. Deseo que los jóvenes descubran, que sean críticos y defiendan sus valores. Deseo que sepan mediar, que sean dialogantes y empáticos, que sepan defenderse y defender a los suyos con la palabra. Que sean fuertes y honestos. Que puedan sobrellevar sus cargas y deshacerse de ellas para correr más ligeros; que puedan convivir, amarse y ser felices. Por ello trabajo en esto. Por ello voy a ir a votar el domingo. Por que nadie va a pisarme en nombre de una legalidad poco moral y nada ética. Por que lo primero es lo primero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario